Crece el rumor, crece.
Cuentan los que lo vieron que intentó cruzar Libertador por el medio de la cuadra, como cualquier humano que quisiera dejar de serlo. Dicen que fue embestido. Comentan que ya no está, que murió. Que se fue al más allá.
Su nombre era (o es) Morales a secas. Un tipo simple, flaco, algo desgarbado y un poco hecho mierda. No era de muchas palabras, pero ¡vaya! que eran buenas y precisas. "¿Una toalla querés?, justo me estaba yendo", dicen que alguna vez dijo.
Hasta aquí parecería que se estuviera hablando de un muerto común, recordado por sus amigos y conocidos como un gran tipo (¿ya les dije que una vez caminé con él hasta Libertador y no se habló en los más de 400m?). Pero ALTO AHI.
Morales sigue presente. ¿Nunca les contó el Paysa su anécdota?
Era una noche de esas que el chileno pasaba durmiendo en el vestuario. Al principio no sabía si estaba soñando. Cuando se pellizcó varias veces, se encontró charlando con un tipo al que nunca había visto en su vida. Ese hombre desconocido sabía todo lo que pasaba dentro del vestuario. Las combinaciones (¿A alguien le faltó algo?), tamaños de pijas, peleas internas y hasta cómo prender el sauna. Era él. Era Morales.
Ustedes se preguntarán: ¿Para qué bajó? Eso es lo que aún no se sabe. Lo que es de conocimiento público es que "el fantasma" de Morales juró que iba a vengarse de alguien del club. De alguien joven, de alguien que lo había maltratado. Y que vive en Núnez. Avisó que lo tocaría de atrás un viernes por la madrugada antes de entrar a su casa.
¿Serás vos?
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